Ana Longoni. 9 años sin López

Ciclo “Arte en el Germani” Hugo R. Vidal, “Nueve años sin López” Calendarios de ausencias e intervenciones A partir de la segunda desaparición de Jorge Julio López en 2006, el artista Hugo Vidal (Lincoln , 1956) dio un giro en su producción centrándola en distintos procedimientos para propagar el caso e interpelarnos. Su primer acto fue imprimir tarjetas personales que reparte indicando el convencional “Llamame”, en la que figura en lugar de su nombre el de López, y en lugar del teléfono la fecha de su desaparición.

A partir de la segunda desaparición de Jorge Julio López en 2006, el artista Hugo Vidal (Lincoln , 1956) dio un giro en su producción centrándola en distintos procedimientos para propagar el caso e interpelarnos. Su primer acto fue imprimir tarjetas personales que reparte indicando el convencional “Llamame”, en la que figura en lugar de su nombre el de López, y en lugar del teléfono la fecha de su desaparición

Vidal ideó un sello que permite alterar de manera sutil y casi imperceptible la botella del clásico vino López, de la bodega del mismo nombre, con la leyenda “Aparición con vida de Julio”.

Durante años practicó esta alteración en las góndolas de los supermercados, sin retirar las botellas intervenidas de su circulación comercial, y también en las botellas ofrecidas por él mismo en la vernisagge de alguna inauguración. Brindar con López adquiere así un sentido político perturbador. El artista impulsó selladas (hechas por él mismo o por amigos que se sumaron a la acción) en supermercados de Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Resistencia. La acción continúa en cada ocasión que se presente para sellar botellas.

Otros proyectos en marcha que apuntan a insistir en la “presencia de la ausencia” de López son sus mensajes en botellas que –como gesto tan desesperado como esperanzado de un náufrago- lanza al río Paraná o al Río de la Plata desde embarcaciones prestadas, buscando que alguien las rescate de su travesía azarosa y lea allí el pedido de información sobre este desaparecido en democracia.

Año a año desde 2008 y en diversos formatos, sus“Calendarios de la ausencia”, ocuparon la vía pública y fueron repartidos de mano en mano.Los casilleros vacíos -en lugar de orientarnos en las fechas- nos interpelan con la contundente pregunta cotidiana de cuántos días llevamos sin López.

El paso inexorable del tiempo sin que se sepa qué ocurrió con Julio López se refuerza -en la instalación que presenta dentro del ciclo “Arte en el Germani”- al colocar los calendarios entre relojes en los que los números horarios son sustituidos por las doce letras de dos frases cotidianas que nos arrojan a la contradicción al estar una junto a la otra: “El tiempo pasa” pero “Nunca es tarde”.